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EL OTRO ARTE
Cuando se piensa en arte, nos viene a la mente una imagen de limpieza, cuadros bellos, grandes salones, gente con trajes y vestidos largos, vino y bocadillos gourmet, es una constante pensar en esta o en la imagen opuesta, la del artista pobre, fachoso e infeliz, bien es cierto que el círculo artístico en México es limitado y pobre; sin embargo no es porque en el país no exista la calidad, la materia y el contenido. México es un país rico en expresión, inclusive en innovación artística, con los únicos y limitados recursos que el sistema deja para los que tienen el valor de intentarlo.
El arte propositivo y experimental casi siempre va ligado a lo social, a lo irreverente (¿y de que otra forma se puede romper lo cuadrado y dogmático si no es con irreverencia y con tintes humanos?) y es esa una razón solida de esta política de estado. El arte es cultura, la cultura es conciencia, la conciencia es asimilación y la asimilación el último paso contra la ignorancia y por ende contra la inconformidad del contexto social, político y económico.
¿Que pasa con el arte en México? ¿Que con las expresiones y con las cosas que se hacen y mueren por falta de apoyo? Esto es un problema viejo y con graves consecuencias que costará mucho reparar y será peor entre más tardemos en empezar. Pero este cuestionamiento no solo es para el sistema, sino para todos en general, ¿qué hacemos nosotros por salir de la ignorancia, del velo de la conformidad?, este planteamiento no es para el gobierno, es para gente que sigue sin exigir a ellos mismos una mayor visión de lo que merecemos como pueblo, de lo que queremos para nuestros hijos, para los que vienen.
Empecemos por lo que mirarnos en la televisión, en la radio, en todos lados; es triste que un cuadro de Picasso cueste millones. Puede haber cosas tan o más propositivas, pero si lo firma un fulano de tal no se vende y termina siendo mesa de desayuno del artista que lo creo, aunque en muchos de los casos pueda tener mejor propuesta y/o técnica. Es lamentable que los primeros que rechazamos lo nuevo y lo nuestro seamos nosotros mismos.
El problema no es la obra, sino la manera en que la vemos y asimilamos.
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